Yo nunca había oído esa palabra, y meditaba si preguntarle sobre ella cuando percibí un ruido que parecís ser un zumbido dentro de mis orejas. El sonido se hizo gradualmente más fuerte, hasta semejar la vibración causada por un enorme zumbador. Duró un momento breve y se fue apagando hasta que todo estuvo otra vez en silencio. La violencia y la intensidad del ruido me aterraron. Temblaba tanto que apenas podía permanecer en pie; sin embargo, mi estado era perfectamente racional. Si unos minutos antes me hallaba soñoliento, esta sensación había desaparecido por entero, dando paso a una lucidez extrema. El ruido me recordó una película de ficción científica en que las alas de una abeja gigantesca zumbaban al salir de un área de radiación atómica. Reí de la idea. Vi a don Juan reclinarse para recuperar su postura relajada. Y de pronyo volvío a acostarme la imagen de una abeja gigantesca. La imagen era más real que los pensamientos comunes. Estaba sola, rodeada de una claridad extraordinaria. Todo lo demás fue expulsado de mi mente. Este estado de claridad menta, si precendente en mi vida, produjo otro momento de terror.
Fragmento de "Las Enseñanzas de Don Juan"
Carlos Casteñeda.
Carlos Casteñeda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario